El Lambucio Ilustrado: Recuerdos póstumos, añoranzas oxidadas y otros subterfugios sanchopancescos

martes, 12 de julio de 2011

Recuerdos póstumos, añoranzas oxidadas y otros subterfugios sanchopancescos


"La única patria feliz, sin territorio, es la conformada por los niños. La verdadera patria del hombre es la infancia”. Rainer Maria Rilke

“¿Cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor?” Jorge Manrique

"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. Jorge Luis Borges

¿De qué están hechos los recuerdos? ¿De qué están compuestos los sueños? Hay una suerte de energía, por así decirlo, que nos ata con un magnetismo implacable al pasado. ¿Es el ayer, por el simple hecho de ser ayer, lo que nos hunde en el recuerdo?, ¿o es acaso por el espejismo brumoso que significa “lo que pudo ser y no fue” que la memoria nos hace las peores jugadas. Lo digo porque, como verán más adelante, una de mis mejores maneras para recordar es a través de la música. Dada la turbulencia de estos tiempos ultramodernos, son contados los momentos en los cuales se puede detener el reloj existencial y echar un vistazo a lo que nos ha vinculado, de alguna u otra forma, a la adolescencia, y más allá, a la infancia. Sean buenos o sean malos, los recuerdos configuran el patrimonio espiritual que le da sentido a nuestra vida.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando los mejores recuerdos provienen de las más pintorescas expresiones artísticas, de los más patéticos momentos, de las más ridículas canciones? Pareciera que, a todas luces, el presente se torna blandengue cuando llega el momento de juzgar con madurez lo que estuvo dándonos alegría, risas y emoción. Estos videos son una muestra de lo que puede pasar cuando la infancia se llena de excentricidades artísticas convertidas posteriormente en oro por la alquimia de la adultez…

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